
¿CUÁNDO ACUDIR AL PSICÓLOGO?
En el mes del Día del Psicólogo, (30 de abril) aprovecharemos para reflexionar acerca de una pregunta que a lo mejor ha pasado por nuestras cabezas, pero que no nos hemos detenido a pensarla: ¿cuándo ir a un psicólogo? También varias veces nos interrogamos si solo quienes sufren alteraciones mentales son los únicos que deben acudir a consulta psicológica.
En este artículo revisaremos si tenemos aspectos que necesitan ayuda psicológica. Para ello, abordaremos los siguientes puntos:
1. Salud mental.
2. La imagen de sí mismo y sus cuidados.
3. La relación significativa con los otros.
4. Funciones regulatorias efectivas y disponibles.
5. Crecimiento personal.
Vale aclarar que la preocupación por la salud mental es tan antigua como la humanidad. Y es así que la percepción de ella ha variado desde el hombre antiguo a la actualidad; desde concepciones atribuidas a fuerzas sobrenaturales a castigos divinos o posesión demoniaca.
En la Edad Media, por ejemplo, la Santa Inquisición acabó con muchos enfermos mentales enviándolos a la hoguera o a las embarcaciones de los marinos mercantes, cayendo en una suerte de prisión y viaje sin fin, ni retorno.
En el siglo XVII P. Pinel los libera y la mirada y el trato hacia los enfermos mentales empieza a tener un cambio de importancia. Y es en los siglos XIX y XX que se construyen los hospitales psiquiátricos, se les da cabida y un lugar digno. Es en ese recorrido que la psiquiatría y la farmacéutica se unen para ofrecer tratamientos cortos y reinsertar socialmente a las personas que padecen algún trastorno mental.
En la actualidad, los hospitales psiquiátricos están reduciendo los internamientos y promoviendo las atenciones ambulatorias para favorecer una mejor inserción y funcionamiento a la vida cotidiana, de tal manera que la atención y los cuidados de la salud mental no quedan restringidos a hospitalizaciones.
De la misma forma, los conceptos de normalidad y anormalidad en salud mental han experimentado una serie de cambios y evoluciones debido a las escuelas y corrientes que existen en Psicología y Psiquiatría. Hoy nos vamos a centrar en una definición de salud mental que resalta la capacidad de equilibrio que tiene una persona consigo mismo y con su entorno.
Para entender este concepto nos apoyaremos en la propuesta del psicoanalista Cubas, quien formula cuatro soportes organizadores que nos permiten tener una vida con satisfacciones y, a la vez, estar en una búsqueda constante de crecimiento en sociedad.
Esos aportes organizadores son:
1. Imagen integrada de sí mismo saludable, que se entiende como el reconocimiento de sí mismo como un ser único alojado en un cuerpo que cuida, reconoce y acepta, con la capacidad continua para diferenciarse de los otros.
2. Relación significativa con los otros, se trata de la capacidad de construir vínculos significativos, cercarnos y duraderos basados en un apego seguro que ayude a desplegar el sentimiento de amor y empatía.
La capacidad de amar se alcanza cuando al otro se le reconoce como alguien diferente, con sus propios sentimientos, intenciones y pensamientos, teniendo claras las diferencias con el otro.
En este segundo aspecto se incluye el amor de pareja. Una relación es madura cuando también se comparten ideales y se construye sobre el respeto y la ternura, todo lo cual se expande al disfrute sexual.
3. Funciones regulatorias efectivas y disponibles, estas funciones se refieren a la capacidad de controlar y regular de modo efectivo y disponible las demandas del mundo interno con el mundo externo. En resumen, es la capacidad de adaptarse al mundo exterior regulando los impulsos, emociones y deseos sin perder el cuidado y respeto por los otros.
4. Crecimiento personal, lo entendemos como el máximo crecimiento de los recursos potenciales para el servicio a la humanidad, lo que genera un sentimiento de trascendencia, además de la satisfacción de los logros personales por las acciones que están orientadas a ayudar a nuestros semejantes y seres queridos.
Considerando los cuatro puntos desarrollados cómo te sientes contigo mismo, ¿te aceptas, te cuestionas? En tus relaciones con los otros, ¿eres tolerante?, ¿aceptas las diferencias?, ¿puedes construir relaciones duraderas? En el manejo de tus emociones e impulsos ¿tienes respuestas creativas y saludables? Con tu pareja ¿te sientes feliz y puedes construir un futuro juntos? En el crecimiento personal ¿sientes que logras tus objetivos y ayudas a tu sociedad y país?
Si sientes que no estás conforme en alguno de estos aspectos, es un indicador para acudir al psicólogo.

ANSIEDAD EN TIEMPOS DE COVID-19
Después del confinamiento donde tuvimos tiempos muy breves para salir de casa y escasos espacios de esparcimiento, quizás ahora estás empezando a aturdirte o empeorar tu bienestar y tranquilidad.
Sientes que discutes y peleas con las personas que convives porque ellas no se cuidan como tú lo haces. Incluso, sientes que han empezado a descalificarte con comentarios que te humillan. Notas que tus cuidados de limpieza ocupan gran parte de tu tiempo y que incluso te han provocado daños físicos y emocionales. La confusión cuestiona si estás protegiéndote adecuadamente contra el covid-19. Crees que todo lo intentado con esfuerzo para conquistar la calma, la tranquilidad y la persona que eras antes de la pandemia no es suficiente.
Ante esa situación, primero debes entender que no eres la única persona en esta condición y a lo mejor crees que este malestar que vives lo desató la pandemia. ¿Quieres Estar Bien y volver a ser la persona que eras antes?, ¿Deseas entender qué sentimientos o qué mensajes te comunica tu cuerpo y tu mente?
¡Para eso estoy aquí! Para escucharte y juntos revisar, reflexionar, comprender por qué te encuentras en esa situación impensable para ti. Los cambios que deseas requerirán compromiso y tiempo. También es importante decirte que las mejoras no serán mediante consejos porque lo esencial es revisar cómo se ha tejido tu mente, cómo se construyeron tus vínculos con los otros y contigo mismo. Así, juntos entenderemos por qué la pandemia ha activado tal estado en ti.
En las sesiones dedicadas a mirarte, te darás cuenta de que nuestros diálogos te aliviarán de la carga inmensa de ansiedad y empezarán a clarificar tu camino a Estar Bien.
Al comienzo dará un poco de miedo. No creas, a mí también. Pero estoy dispuesta a aceptar este nuevo desafío. ¡Seguro que lo logramos juntos!

¿Por qué psicoterapia?
En algún momento de nuestras vidas nos hemos visto necesitados de acudir al psicólogo, pero una visita a ese profesional no es, necesariamente, haber estado en psicoterapia. Entonces, ¿qué es una psicoterapia? También conocida como tratamiento o intervención psicológica, la psicoterapia es un proceso que puede ser individual, de pareja, grupo o familiar.
La psicoterapia individual, en la cual nos centraremos, podríamos definirla como un encuentro entre la persona que busca ayuda profesional y la otra persona especializada en psicoterapia. El que acude puede estar motivado por muchas razones. Aunque es imposible enumerar todas las razones que nos pueden llevar a la ayuda psicológica, entre ellas figuran: dificultades en el amor consigo mismo o con la pareja, fallas en las relaciones con los otros, conflictos en el centro de trabajo, desidia y postergación de las obligaciones laborales o de estudios, ansiedades, depresiones, cambios de humor o comportamientos, presencia de pensamientos y sentimientos que pueden estar despertando preocupación.
Así como es difícil enumerar las razones, algunas personas tienen dificultad para pensar con claridad porque tienden a llenar sus cabezas de sentimientos de desolación, pensamientos de autorreproche, recuerdos repetitivos, sensaciones extrañas o incluso sueños recurrentes y raros que no pueden entender y menos procesar. Por lo que la promesa de cambio plasmada en la frase “de hoy en adelante”, queda solo en buenas intenciones.
Una terapia psicológica está hecha para Estar Bien. Juntos revisaremos y empezaremos a poner orden tu mente y tus sentimientos. Nuestras herramientas son los encuentros terapéuticos continuos, el diálogo entre los dos, que es una conversación muy diferente a las coloquiales entre amigos y familiares ya que la hora de la sesión será para pensar en ti y para descubrir juntos cómo se tejieron tus relaciones, tus pensamientos contigo mismo y los otros. De esta forma lograrás, paulatinamente y sin darte cuenta, el cambio anhelado, el Estar Bien.
Y por qué paquetes de terapias. A través de esta propuesta, podremos establecer objetivos claros. La fecha de inicio y de despedida nos servirá para enfocarnos en el problema dominante que podría estar asociado a esa molestia permanente. Lo simpático es que juntos descubriremos cómo y por qué la dificultad dominante se podría o no vincular al pasado y no te deja Estar Bien. Empezaremos a desenredar los hilos de tu historia personal.
¡No lo dejes pasar más y empieza a Estar Bien!

Personal de salud de primera línea
Los factores de riesgo psicosocial: causas y efectos (parte 1)
Por riesgos psicosociales se entiende a toda situación que suscita inconvenientes en una organización (hospital, establecimiento o centro de salud) y, por tanto, afecta la gestión de tareas debido a un entorno social nocivo, tal como el que vivimos actualmente por la epidemia del Covid-19 y que podrían desencadenar en el personal cuadros con síntomas físicos y psicológicos.
Las diferentes condiciones de la organización -¬infraestructura, funcionamiento, líneas de mando, carencias e inclusive la relación que tiene con el Estado-, determinan los factores de riesgo psicosocial que puedan presentarse en la misma. Lo cual, obviamente, influye en el desempeño del trabajador que atiende al usuario/paciente.
Es así que la principal tarea de cuidado del paciente se ve interferida por una serie de carencias vividas y sentidas en nuestros centros de labores. La insuficiencia principal es la falta de recursos humanos, lo cual restringe el ordenamiento y programación de turnos. Cabe señalar que, previo a la pandemia, en tiempo normales, las atenciones eran limitadas y que llegó a desbordarse desde que se incrementaron los casos Covid-19. Esta urgencia en algunos establecimientos llevó a la suspensión de las atenciones en otras especialidades.
Las respuestas resolutivas de los establecimientos de salud se vieron limitadas no solo por la novedad del virus y su alta propagación de contagio, sino también por la falta de pruebas auxiliares adecuadas para el diagnóstico, el tiempo de espera para establecer los protocolos de intervención precisa en los establecimientos de atención primaria y la carencia de camas y equipos. Vale añadir que también nos costó cambiar nuestros esquemas mentales y conocimientos para realizar un diagnóstico diferencial entre proceso viral y el virus SARS-CoV-2 que causa Covid-19.
A ello se suma una población con carencias de diferente índole. Las limitaciones económicas se reflejan en un alto porcentaje de conciudadanos que desempeñan trabajos informales en malas condiciones laborales, entre otras. Asimismo, el factor viviendas hacinadas muestra que muchas casas-habitación son compartidas por cinco a siete personas en espacios reducidos y sin ventilación. Estas carencias en tiempo de Covid-19 ponen a la población ante el dilema del virus o la comida, que equivale a morir o vivir. Una mirada superficial a esa situación concluye en que la población es descuidada.
En esta pandemia, a pesar que la civilización pone a la ciencia en un lugar muy alto, deja un gran vacío al no tener respuestas ni tratamientos claros. Incluso, la Organización Mundial de la Salud – OMS nos dice un día que, por ejemplo, la ivermectina se usa para combatir el Covid-19 y al siguiente día señala lo contrario. Ante la aparente pérdida del rol orientador de la ciencia, parte de la población cae en la desesperanza y recurre a remedios mágicos como el hipoclorito de sodio, sobre el cual no hay evidencia científica que avale su eficiencia en el tratamiento de alguna enfermedad.
Aun cuando son complejos y amplios los efectos sociales y económicos ocasionados por el sistema existente, es indudable que hay un efecto psicológico que aflige tanto al profesional que dirige como al que atiende y, asimismo, a la población en general. Algunas veces no se quiere reconocer ese sentimiento y se procura ignorarlo, en otras ocasiones se lucha contra él obteniendo buenos resultados o consecuencias fatales.
